Trotando y rotando por el mundo!

Las aventuras y desventuras de Mario "el Chav" Chavarría, diseñador gráfico de profesión, pero artista y viajero de corazón.

miércoles, noviembre 12, 2003

Los 56

En el año de 1856 se llevó a cabo un corto pero importante combate en Santa Rosa, Guanacaste. En tal provincia localizada al norte de Costa Rica, se enfrentaron los hombres del filibustero norteamericano William Walker contra los costarricense al mando del General José Joaquín Mora. William Walker había llegado un año atrás a Nicaragua acompañado de 56 hombres, invitado por los liberales leoneses para ayudarles en su lucha contra los conservadores granadinos. Al caer Granada se auto proclamó presidente de Nicaragua y se propuso conquistar los otros cuatro países centroamericanos, diciendo: “Five or none” (Cinco o ninguno). Empezando por Costa Rica donde fue derrotado en Santa Rosa por el Gral. Mora, quien se dirigió con sus hombres hacia Rivas en persecución de los filibusteros.

El 11 de abril de 1856 en la batalla de Rivas surge una leyenda y un héroe costarricense. El muchacho alajuelense Juan Santamaría se lanza con una antorcha al fuerte de madera, desde donde combatían los filibusteros, logrando así incendiarlo y hacer salir al enemigo. Tal hecho le costo la vida pero le permitió pasar a las paginas de la historia. “Lo único que invita a la muerte es el ideal” Julio Acosta. Por lo que se le levanto una estatua en un parque que lleva su nombre al igual que un museo, ambos en Alajuela. Tales lugares fueron los primeros que visite a mi llegada a dicha ciudad, sin embargo lo que más me impresionó fueron las grandes fotografías del Monumento Nacional y el significado de la misma. En dicho monumento se puede apreciar a cinco mujeres con vestimenta grecolatina que representan a cada una de las naciones centroamericanas. Al centro Costa Rica con el gorro frigio a la cabeza como símbolo de libertad, enarbolando la bandera con una mano y con el otro brazo sosteniendo a Nicaragua, la cual se encuentra con un velo sobre la cabeza y una espada rota. A los costados El Salvador con una espada empuñada, Guatemala con un hacha y Honduras con lanzas y escudos. El soldado que huye es William Walker y el soldado caído representa la derrota de los filibusteros. El Monumento Nacional se encuentra en el Parque Nacional en San José, el cual pude admirar días mas tarde.

En el año de 1956, un siglo después, en la ciudad de Guatemala se produjo una brutal represión contra los estudiantes universitarios en una manifestación pública. La misma fue el día lunes 25 de junio alrededor de las 20 horas. Donde pelotones del ejercito y la policía emboscaron a los estudiantes en el crucero de la 6ta. avenida y 11 calle de la zona 1. Quienes iban entonando el Himno Nacional y cayendo al fuego de las balas. “Si mañana tu suelo sagrado / lo amenaza invasión extranjera / libre al viento tu hermosa bandera / a vencer o a morir llamará.” Estrofa del himno nacional de Guatemala.

“Francisco Augusto Lemus (El Negro), con bala en el muslo, se encontraba sumamente delicado. Había perdido mucha sangre debido a que la policía se oponía sistemáticamente a que fuera auxiliado por sus compañeros cuando fue herido. Pasó desangrándose largo rato sobre el pavimento hasta que finalmente fue recogido. Los labios resecos por la hemorragia sufrida se los refrescaba constantemente con trozos de hielo.” Este párrafo aparece en el folleto de Rodolfo Azmitia Jiménez titulado “La Gesta del 25 de Junio de 1956.” Folleto obsequiado por mi tío abuelo Augusto “El Negro” Lemus, quien participo en dicha marcha como estudiante de derecho. Esta como otras anécdotas ha compartido conmigo mi tío Augusto en el transcurso de las dos semanas que estuve hospedado en su casa, complementando así mis lecturas en relación a aquella época. En el año de 1961 salió exiliado a Costa Rica en donde vive, al día de hoy, junto a su familia. Este correo va en dedicatoria a un luchador de la justicia: Lic. Francisco Augusto “El Negro” Lemus, quien continua al día de hoy en la lucha. Sus años delatados por sus cabellos blancos que contrastan con el color de su tez y sus pasos más lentos, no han sido excusa ni impedimento para continuar el camino. Pues sus ojillos y sonrisa siguen irradiando la paz y alegría de su espíritu juvenil. Me despido con una cita de José Ingenieros: “Solo hay juventud en los que trabajan con entusiasmo para el porvenir.”